Estando casi derrotado, lo mejor que podría hacer es intentar que creas que voy ganando la batalla, para tratar de intimidarte y revertir la situación. Eso es lo que está haciendo la oscuridad, al reavivar la desesperanza con la ferocidad de su último aliento, aunque internamente reconoce que ya no tiene chances de trastocar la historia.
Por más que no nos agrade, la transición genera desequilibrios. De ahí que tenga tanto valor el hecho de que permanezcas firme mientras arrecia el temporal de la inconsciencia. Cualquiera podría alumbrar si el contexto fuese apacible. El mérito está en seguir haciéndolo cuando los golpes hieren y la ilusión nos hace suponer que tal vez equivocamos el rumbo.
Han pasado tantas generaciones bajo el dominio de las sombras que muchos sostienen que no existe otra realidad más que la del egoísmo, la violencia y el sufrimiento. Este es un bautismo de fuego. No en vano debiste prepararte durante tanto tiempo. Es ahora donde permaneciendo fiel al fulgor de tu naturaleza, alumbrarás, desde tu corazón, nuevos caminos hacia la verdadera libertad del hombre.
Es necesario que lo tengas bien presente. Vinimos por amor. Acudimos a propagar vibraciones que despierten el recuerdo de vivir en paz y armonía. No desistas. Persistí llevando, con la fuerza invulnerable de tu fe, la claridad de la esperanza. Harán lo imposible por quebrar tus alas, más no podrán. Sos amado y protegido. Confiá.
Tenemos un acuerdo álmico de ayudarnos a recordar el sentido de este viaje. Sin embargo estas palabras exceden nuestro bello compromiso. Te escribo porque me siento honrado de presenciar cómo tu espíritu, al igual que el de muchos otros, libera su encanto para convertir la apatía y el desgano en campos de fe y esperanza.
Río porque la tristeza llora al verte llegar, sabe que se queda sin trabajo. Disfruto de tu manera simple y efectiva de emitir vibraciones luminosas, que encandilan y extinguen la pesadez de las sombras. Sé que tu tarea es desgastante. Comprendo que estás expuesto a la violencia de quienes buscan marchitar todas las flores. No te preocupes, el cultivo crece bajo la custodia de los reinos cristalinos. Nada, ni nadie, impedirá el total florecimiento de la luz.
La magia existe. No te das una idea lo increíble que se ven los coloridos entramados de consciencia que, entre todos, estamos ayudando a co-crear. Prometo traerte hasta este lugar, soñado, que encontré en la ladera de una montaña. Quiero que lo sepas, en este preciso instante hay una abeja que se posa sobre tu nombre. Reconoce que sos una flor, muy especial, que contiene el dulce néctar de los corazones que son puros.
Hasta que nos volvamos a ver, te abrazo a la distancia con la luz que te añora desde el centro de mi pecho. Dejo que estas palabras te lleguen, donde quiera que te encuentres, por obra y gracia de la sincronicidad. Continuá brillando con el mismo coraje y la decisión de siempre. Lo sabés, sin embargo, todo tu ser se electriza cuando alguien te lo recuerda: viniste a transformar la realidad.
“Volá bien alto”
Puede que aún no tomes dimensión de tu invalorable tarea. En verdad te digo que cada cosa que hacés, centrado en tu corazón, ilumina, y no sabés cuánto. El poder de tu esplendor radica en tu manera simple de Ser. Cada vez que avivás la fe, cada vez que infundís esperanza y hacés que otros sintonicen con lo mejor de sí, una nueva página resplandece.
Está próximo el tiempo en que podrás abrir el libro que reflejará cómo se produjo la gran transformación. Allí te verás, junto con numerosas almas audaces, desterrando la inconsciencia para ayudar a desembarcar una era fascinante, donde los hombres se abrazarán en la unidad del amor. Ese día habrá fiesta y la música calará muy hondo. Los corazones estarán abiertos.
Desadormecé tu memoria ancestral. Los límites no existen. Sólo hay que animarse a soñar despierto y estar dispuesto a volar, con lo máximo de nuestra destreza, para llevar a la Tierra a que se funda con el cielo. Vinimos a religar. Somos activadores del cambio que ya se vibra. Nuestra naturaleza es incondicional a la pureza de la luz.
Las ventanas de tus ojos dieron paso a estas palabras, que van directo al centro de tu esencia luminosa. Allí aguardarán el momento indicado para insuflarte aliento. Ya lo sabés, de ahora en más, si en algún momento advertís que tus fuerzas tambalean, un breve mensaje vendrá a tu encuentro con la inconfundible familiaridad de mi voz: “vamos, volá bien alto”.
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